Estamos familiarizados con las connotaciones negativas que nuestra hermosa lengua castellana asocia al cinismo. No hay más que abrir el Diccionario de la Lengua Española y buscar las definiciones que alberga para esta palabra "Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas
vituperables" es la primera de sus acepciones y como segunda acepción encontramos "Impudencia, obscenidad descarada" y aún encontramos un tercer significado negativo, aunque ya en desuso, "Afectación de desaseo y grosería.". Por eso la palabra cínico se ha convertido en algo más que un calificativo, en un insulto que nos describe el carácter indeseable de una persona a la que no le importa mentir, ser desleal, deshonesto y que utiliza el engaño como método para medrar en la vida, un mal que en nuestra sociedad está extendido como un cáncer que mina la legitimidad de las instituciones, basadas en la confianza que los pueblos depositan en la honestidad y valores éticos de sus representantes. Pero de eso me ocuparé un poco más adelante, porque antes quiero hablaros de otro tipo de cinismo, el de unos hombres que vivieron hace muchos siglos, en la antigua Grecia, en la época dorada del pensamiento clásico, contemporáneos de algunas de las mentes más brillantes de la historia de la filosofía, como Sócrates(470-399 a.C) o Platón (427-347 a.C), porque su cinismo poco tiene que ver con el concepto negativo que hoy tenemos de esa palabra y si con el compromiso individual con la honestidad, aunque llevada al extremo.
Subamos en nuestra máquina del tiempo para trasladarnos al siglo V a. C, a aquella Atenas que vivía su época de máximo esplendor bajo el firme gobierno de Pericles (495-429 a.C), que se mantendría al frente del gobierno de la principal ciudad de Grecia desde la década del 460 a.C hasta su muerte en el 429 a.C. Era el siglo en el que las ciudades griegas habían detenido el avance del Imperio Persa durante las llamadas Guerras Médicas, en las que derrotaron primero el intento de invasión del emperador persa Dario I el Grande( 549-486 a.C) con la célebre victoria de la batalla de Maratón en el 490 a.C y después al hijo de Dario, Jerjes I (519-465 a.C), cuando tuvo lugar la legendaria batalla de las Termópilas en 480 a. C ,donde los trescientos espartanos dirigidos por su rey Leónidas detuvieron heróicamente a las decenas de miles de soldados persas, sacrificando sus vidas para que el resto de los griegos pudieran preparar la defensa y derrotaran a los persas en la batalla naval de Salamina también en 480 a.C, y Platea y Mícala en 479 a.C , con las que se conjuró la amenaza persa que se cernía sobre Grecia y sobre el resto de Europa. Si aquellas victorias no hubieran sonreído a los griegos nuestro mundo hoy sería por completo diferente y conceptos nacidos en Grecia como la democracia tal vez no existirían. Pero vencieron y las ciudades griegas, con Atenas a la cabeza, se convirtieron en la principal potencia de aquellos años en el Mediterráneo, sobre todo en el ámbito de la cultura.
Busto de Antístenes ,fundador de la escuela cínica, un busto que seguramente él no habría querido porque suponía una forma de homenaje o reconocimiento que los cínicos rechazaban. En vida le apodaron Aplokúon , palabra griega que significa "Verdadero perro". Defendía abandonar todo deseo y placer, como si se tratara de un budista en busca del Nirvana. Afirmaba "Preferiría enloquecer a sentir placer" aunque también tenía sus contradicciones como cuando decía "Para que los alimentos se vuelvan más deseables , exploto mi propio apetito: me abstengo de comer durante un tiempo , y , después de un solo día de ayuno, cualquier alimento que me llevo a la boca me parece de grandísima calidad." Y en cuanto al sexo decía "Cuando mi cuerpo siente necesidad de amor, me uno con una mujer fea, y así ella, como ninguno la desea, me acoge con grandísima alegría" y concluía "En resumen, lo importante, amigos míos, es no sentir necesidad de nada" Aunque en estas palabras estaba reconociendo que necesitaba sentir el placer sexual y también el goce de un alimento, aunque sea por la renuncia durante días a su consumo. Pero si hoy esta forma de pensar es difícil de compartir, como también lo fue para sus contemporáneos, veremos como hay otros aspectos del cinismo que si podríamos utilizar hoy , en particular su desprecio por la codicia (Imagen procedente de http://commons.wikimedia.org ) |
Este era el mundo en el que nació Antístenes (hacia 444 a.C- 365 a.c) en una fecha que oscila entre el 446 a.C y el 444 a.C según las fuentes que se consulten. Era hijo de padre ateniense y madre esclava, por lo que de acuerdo a las leyes de la ciudad no podía ser considerado ateniense a todos los efectos ya que para ello era necesario que padre y madre fueran atenienses, por lo que tenía la consideración de meteco, es decir, extranjero. ¿Qué significaba ser meteco en Atenas? Eras un hombre libre, pero no tenías derecho a participar en las votaciones, debías pagar impuestos especiales y no tenías las mismas garantías judiciales que un ciudadano de pleno derecho, es excluido de participar en las instituciones políticas y podríamos resumir lo diciendo que era un ciudadano de segunda, aunque compartiera con ellos religión, lengua y cultura, lo que no impedía que muchos de ellos se dedicaran a los negocios y el comercio convirtiéndose en hombres muy ricos, como era el caso de la familia de Antístenes, nacido en el seno de una familia acomodada. Antístenes se convertiría en uno de los discípulos de Sócrates, que en aquellos años deambulaba por el ágora, el equivalente a las plazas mayores de nuestras ciudades actuales, dialogando con sus ciudadanos , tratando de estimular su pensamiento y conduciéndoles a plantearse que es lo que sabían y cuanto ignoraban.
También había estudiado retórica con Gorgias(hacia 485 a.C -380 a.C) , uno de los maestros de la escuela sofista que se caracterizaban por la importancia que daban a la palabra , capaz de "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles" como diría uno de sus principales representantes, Protágoras(485 a.C-411 a.C), a los que podríamos considerar un antecedente de los abogados y políticos de nuestros días que hacen de la palabra su principal herramienta de trabajo a la hora de prosperar en la vida pública. Platón no les consideraba filósofos, porque no amaban la sabiduría , significado literal del término filosofía, no ponían la palabra al servicio de la búsqueda de la verdad como hacía Sócrates y otros filósofos, sino que la ponían al servicio de la persuasión, de la seducción del oyente aunque lo que defendieran fuera una mentira y ellos fueran conscientes de ellos. Antístenes no pareció encontrar su lugar al lado de los sofistas y permaneció con Sócrates , acompañándolo junto con otros discípulos, en la célebre escena de la muerte de Sócrates en el 399 a. C después de beber la cicuta en el cumplimiento de la pena de muerte a la que le había condenado la ciudad por impiedad. La tranquilidad y aceptación de su destino que demostró Sócrates en aquel último momento, causó una gran impresión a todos sus discípulos y Antístenes no fue una excepción e iba a marcar su pensamiento.
"Diógenes sentado en su tinaja" obra realizada en 1860 por el pintor francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904) donde retrata al principal discípulo de Antístenes, Diógenes de Sínope, que es también la fuente del mayor número de anécdotas en las que ya de por sí son ricos los cínicos, quizás lo único en lo que eran ricos dado su austero estilo de vida. No quería ninguna comodidad y tenía como hogar una tinaja como la del cuadro, renunció incluso al tazón que tenía para beber y al plato donde ponía la comida después de observar que un niño ponía la comida en el pan y bebía con las manos. Tampoco soportaba la riqueza de los demás, como le sucedía con su contemporáneo Platón. Cuenta el escritor italiano Luciano di Crescenzo citando al cronista de la vida de los filósofos de la antigüedad. Diógenes de Laercio, que "Diógenes no soportaba el hecho de que Platón pudiera vivir en una casa cómoda y llena de objetos bellos. Un día de mucha lluvia entró como una furia en su dormitorio y con los pies embarrados pisoteó las mantas bordadas y las alfombras , y después volvió a salir a la calle, tornó a ensuciarse a más no poder los pies, y regresó adentro a saltar sobre las mantas y las alfombras . Platón lo observó sin intervenir y Diógenes aulló -"¡Pisoteo el orgullo de Platón!"- a lo que Platón respondió -"Con el mismo orgullo"-"En efecto, si realmente Diógenes se hubiera desprendido de sus deseos no habría sentido rabia porque Platón viviera cómodamente, le dominó su orgullo de creerse superior a Platón y con ese orgullo pisoteó las ropas de Platón. Por eso los gestos no significan nada sino creemos de verdad en lo que estamos haciendo y Diógenes demostró que algo fallaba en su pensamiento a pesar de haberlo llevado hasta el extremo (Imagen procedente de www.abc.es) |
Antístenes decidió abrir su propia escuela junto a algunos amigos en un lugar donde solían reunirse y al que llamaban Cinosarges, que significa "perro ágil" , que se hallaba a las afuera de Atenas y tenía sus puertas abiertas para los estudiantes extranjeros que acudían a la mayor de las polis griegas y también para los propios atenienses, aunque orientados más a sus clases más humildes . El filósofo español Julián Marías(1914-2005) considera que de Cinosarges procedería el calificativo de cínico para los que seguían las enseñanzas allí impartidas, ya que cínico, del griego Kynikos, significaría "como los perros" o "perrunos", un nombre no muy halagador aunque sus miembros, llamados directamente "kynis", es decir, perros, parecieron aceptarlo no solo de buena gana sino con orgullo y que les fue dado porque así eran vistos por otros ciudadanos, casi como perros por la sencillez de sus ropas y también por unas costumbres que no eran muy apreciadas como lo demuestran estas palabras despectivas del filósofo Teofrasto (hacia 381 a.C- 287 a.C) que dice del cínico "Es un hombre que maldice y tiene una reputación deplorable. Es sucio, bebe y nunca está en ayunas. Cuando puede hacerlo, estafa y golpea a quienes descubren el engaño antes de que puedan denunciarlo. Ninguna actividad le repugna: será patrón de una taberna y, si es necesario, encargado de un burdel, pregonero e incluso, si se quiere, recaudador de impuestos. Ladrón, habituado a las comisarías y a los guardias civiles, a menudo se lo encuentran locuaz, en la plaza pública, a menos que se convierta en abogado de todas las causas, aunque sean las más indefendibles. Prestamista con fianza, tiene además la soberbia de un famoso y no cuesta mucho imaginarlo. Para completar el cuadro, no olvidemos que el cínico deja, sin sentir vergüenza, que su madre se muera de hambre"
Pero ¿en qué consistía ser un cínico? Al margen de la negativa descripción de Teofrasto, el escritor italiano Luciano di Crescenzo (1928) en su obra "Historia de la filosofía griega" nos explica que "El cínico verdadero no será nunca esclavo de sus necesidades físicas y emotivas, no sentirá nunca temor ante el hambre, el frío y la soledad y no tendrá jamás deseos de sexo, de dinero , de poder o de gloria. Si os parece un loco , es sólo porque ha elegido un modelo de vida totalmente opuesto al adoptado por la mayoría " Julián Marías en su "Historia de la filosofía" nos ofrece otra descripción de su pensamiento "El bien del hombre consiste en vivir en sociedad consigo mismo. Todo lo demás, el bienestar , las riquezas, los honores no interesan. El placer de los sentidos y el amor son lo peor, lo que más hay que rehuir. El trabajo , el ejercicio, el comportamiento ascético, es l único deseable. " y termina añadiendo algo que es una innovación en el pensamiento "le es indiferente la familia y la patria, se siente kosmopolítes, ciudadano del mundo". En resumen, nos dice Marías, los valores que estima el cínico por encima de todos los demás son "la independencia, la falta de necesidades y la tranquilidad". Desde luego era un pensamiento extremista y muy difícil de llevar a la realidad al no ser que despojaras a la vida de muchas de las cosas que la embellecen y la hacen más cómoda, prescindiendo del dinero, de la familia y de todo aquello que generara una dependencia. El valor supremo era la libertad individual y para ello había que ser completamente autosuficiente lo que significaba reducir las necesidades a lo mínimo imprescindible.
Cuadro del pintor italiano Sebastiano Ricci(1659-1734) que representa la escena del célebre diálogo entre Dionisio de Sínope y el conquistador Alejandro Magno, el forjador del mayor imperio que había conocido la humanidad hasta entonces. Así nos lo cuenta el historiador griego Plutarco(hacia 46 - hacia 120 d.C) en su obra "Vida de Alejandro" "Congregados los griegos en el Istmo, decretaron marchar con Alejandro a la guerra contra Persia, nombrándole general; y como fuesen muchos los hombres de Estado y los filósofos que le visitaban y le daban el parabién, esperaba que haría otro tanto Diógenes el de Sínope, que residía en Corinto. Mas éste ninguna cuenta hizo de Alejandro, sino que pasaba tranquilamente su vida en el barrio llamado Craneto; y así hubo de pasar Alejandro a verle. Hallábase casualmente tendido al sol, y habiéndose incorporado un poco a la llegada de tantos personajes, fijó la vista en Alejandro. Saludóle éste, y preguntándole enseguida si se le ofrecía alguna cosa, "muy poco —le respondió—; que te quites del sol". Dícese que Alejandro con aquella especie de menosprecio quedó tan admirado de semejante elevación y grandeza de ánimo, que, cuando retirados de allí empezaron los que le acompañaban a reírse y burlarse, él les dijo: "Pues yo a no ser Alejandro, de buena gana fuera Diógenes". Algunos de sus comportamientos nos parecen hoy salidos casi de una película cómica, como esta anécdota narrada por Diógenes Laercio, cuando la ciudad de Corinto estaba amenazada por las tropas del rey de Macedonia y padre de Alejandro Magno , Filipo II (382-336 a.C) " Al anunciar Filipo que iba a atacar Corintio, y al estar todos dedicados a los trabajos y corriendo de un lado a otro, él empujaba haciendo rodar la tinaja en que vivía. Como uno le preguntara: -¿Por qué lo haces, Diógenes?-, dijo: -Porque estando todos tan apurados, sería absurdo que yo no hiciera nada. Así que echo a rodar mi tinaja, no teniendo otra cosa en qué ocuparme." (Imagen procedente de http://absolutaignorancia.blogspot.com ) |
Este desapego por lo material para alcanzar la autosuficiencia plena daría lugar a muchas anécdotas, sobre todo por parte de uno de los discípulos de Antístenes, Diógenes de Sínope (hacia 403 a.C-323 a.C) del que nos cuenta el biógrafo de los filósofos griegos Diógenes Laercio (siglo III d.C), en su obra "Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres " que después de abandonar su cuidad natal , Sínope, donde había sido condenado al destierro por un turbio asunto de falsificación de monedas, viajó a Atenas donde conoció a Antístenes y al momento quiso ser su discípulo , pero parece que al fundador de la escuela cínica le ponía nervioso tanto entusiasmo y trató de impedirle que le siguiera a todos los lados golpeándole incluso con un bastón, a lo que Diógenes de Sínope replicó "¡Puedes golpearme si lo deseas, Antístenes, pero entérate de que no encontrarás nunca una madera lo bastante dura como para obligarme a que me aleje!" Ya vemos que era persistente y también lo fue aplicando los principios del cinismo hasta el extremo, criticando a las instituciones que limitan la libertad de los ciudadanos y no vacila en enfrentarse a todos los convencionalismos sociales . Es célebre su diálogo con el conquistador macedonio Alejandro Magno (356-323 a.C) cuando Alejandro se lo encontró tomando el sol en las escaleras de un gimnasio de la ciudad griega de Corinto , del que hay diferentes versiones, pero todas ellas coinciden relatar que Alejandro se dirigió al filósofo preguntando "Yo soy Alejandro, ¿quién eres tú?" a lo que éste replicó "Diógenes el Cínico" , el monarca le ofreció "Pídeme lo que desees" y Diógenes no vaciló en replicar a este generoso ofrecimiento "Apártate, que me tapas el sol" . Nada más necesitaba que el sol que le iluminaba , ese era el espíritu de los cínicos. Los que acompañaban a Alejandro se rieron de aquel anciano al que consideraban loco, pero Alejandró los mandó callar y dijo "De no ser Alejandro, habría deseado ser Diógenes."
Escribe Luciano di Crescenzo que "Sus necesidades primarias se reducían al mínimo indispensable. Un manto por toda vestimenta y por lecho, tanto en verano como en invierno, un cuenco para comer y un tazón para beber." Pero incluso esto le iba a parecer demasiado , como nos sigue contando Luciano di Crescenzo citando a Diógenes Laercio " Un día, sin embargo, al haber visto a un niño poner las lentejas directamente sobre el pan, arrojó el cuenco, y cuando vio al mismo niño beber en el hueco de la mano, arrojó también el tazón". Hasta tal extremo llevaba el concepto de autosuficiencia que tampoco quería depender de nadie para el sexo y por ello practicaba la masturbación, incluso en el ágora, y cuando alguien le reprochaba esa práctica replicaba "¡Ah, si pudiera aplacar también el hambre con un ligero masaje en el estómago!" Todo este desprendimiento iba encaminado a lograr la Areté, un concepto difícil de definir hoy pero que era vital en la Grecia Antigua, y que podría explicarse como el proceso que nos llevaría a alcanzar la excelencia en los diferentes aspectos de nuestra vida como ciudadanos, tanto desde el punto de vista moral como en el intelectual. La última lección la dio en el momento de su muerte, porque quiso conservar su independencia incluso en ese momento y ser él quién decidiera cuando dejar la vida, por lo que voluntariamente dejó de respirar hasta que murió. Cuenta di Crescenzo que había pedido que su cuerpo no fuera enterrado sino arrojado a los perros para diluirse en la naturaleza,"Cuando me muera - habría dicho el filósofo -echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado." aunque esta última voluntad no fue respetada y los ciudadanos le dieron solemne sepultura adornándola con una columna de mármol con la imagen de un perro descansando a su lado.
BREVE VÍDEO SOBRE DIÓGENES DE SÍNOPE Y LOS CÍNICOS
En este corto documental nos narra la vida de Diógenes de Sínope o Diógenes el Perro, el más célebre de los filósofos cínicos. Un hombre tan peculiar y original que cuando ya era anciano los ciudadanos griegos le decían que era el momento de que descansara y el decía "Ya casi estoy al final. Ahora es el momento de correr, no de pararse" . Su vida sería un ejemplo de la libertad invidual llevada al extremo.
Dos rasgos eran comunes a los seguidores de la escuela cínica, la Anaideia, un término que hacía referencia a los comportamientos extravagantes, desvergonzados y provocadores, en el que los cínicos, como hemos visto, eran expertos , y el otro era la Parresía, que significa "decirlo todo", y ya comprobamos que ni siquiera la presencia de Alejandro Magno impedía a Diógenes de Sínope hablarle como si fuera otro ciudadano cualquiera. Radicalmente libres , se definían, según escribe di Crescenzo como "ciudadanos del mundo, sin casa, sin ciudad y sin patria" y por eso mismo no tenían miedo a criticar a los poderes que les gobernaban ya que al que nada tiene nada se le puede quitar, al no ser que fuera la vida y morir en coherencia con tus ideas era para ellos una forma de "morir feliz" que era considerado el objetivo máximo de cualquier vida como enseñaba Antístenes. ¿Por qué hoy he traído a los cínicos al Mentidero? ¿de qué nos sirven las curiosas anécdotas sobre sus extravagantes vidas además de para hacernos sonreír? Los cínicos eran unos extremistas, su forma de vivir terminaba conduciendo a los que practicaban sus preceptos a la mendicidad y si toda una sociedad adoptara aquella escuela de filosofía simplemente se desintegraría, ya que el cínico sólo se preocupa de su propia libertad y se desprende de todo, ninguna institución podría sobrevivir a ese comportamiento, las familias se desintegrarían, los trabajos serían abandonados y la civilización como la conocemos se extinguiría. No, el cinismo no podía ser adoptado como regla de vida para una sociedad, pero sin embargo sus críticas a la sociedad de su tiempo hoy cobran nuevo vigor.
En la obra "El banquete" del historiador y filósofo griego Jenofonte (431-354 a.C) se recogen estas palabras del fundador de la Escuela Cínica, Antístenes "A mi parecer la riqueza no es un bien material que se pueda conservar en casa como si fuera un objeto, sino una disposición del Alma; de otro modo , no se explicaría por qué algunos , aun poseyendo muchos bienes, siguen viviendo en medio de riesgos y fatigas con el único objetivo de acumular más dinero. Ni podría entenderse el comportamiento de ciertos tiranos que sienten tantos deseos de poder y tesoros al punto de cometer delitos cada vez más horrendos.Los tales se parecen a personas que, pese a comer sin cesar, no muestran jamás signos de saciedad." ¿No os parece una descripción perfecta de la codicia, de la misma codicia que lleva a concentrar la riqueza en unas pocas manos a costa del empobrecimiento de la mayoría? Por eso hoy encuentro que sus palabras cobran nueva vida. Por supuesto no se trata de que nos desprendamos de todo y vivamos como perros, pues ese era el ideal de vida de los cínicos, pero si de mitigar esa codicia que nos lleva a buscar una riqueza que nunca es suficiente, insaciable y que busca alimentarse a costa de los demás, perdiendo nuestra libertad individual y subordinados a las necesidades artificiales que nosotros mismos nos creamos. Quizás en este sentido, sería necesario un renacimiento del cinismo, de ese cinismo que no buscaba la riqueza material, sino eso tan difícil de definir y que es tan importante como es morir feliz.
Fresco conservado en la renacentista Villa Farnesina, donde se representa las figuras de Crates de Tebas(368 a.C-288 a.C) y su esposa Hiparquia (hacia 346 a.C- 300 a.C) . Crates de Tebas fue el principal discípulo de Diógenes de Sínope aunque no fue tan extremista en sus planteamientos como su maestro. Había nacido en una de las familias más ricas de la polis griega de Tebas, pero al conocer a Diógenes decidió entregar toda su fortuna a la ciudad y a partir de entonces vivió el resto de su vida en la pobreza. Hiparquia era una mujer muy bella con gran cantidad de pretendientes, pero al oír las palabras de Crates se enamoró perdidamente del filósofo , más de veinte años mayor que ella y sin ningún bien pues lo había entregado todo. Así nos cuenta Diógenes Laercio lo que sucedió "Crates era todas estas cosas para ella. Aun amenazaba a sus padres que se quitaría la vida si no la casaban con él. Finalmente, como sus padres rogasen a Crates que la removiese de su resolución, hizo éste cuanto pudo; mas nada consiguió. Sacó por último todos sus muebles a su presencia, y la dijo: Mira, este es el esposo; y estos sus bienes: consulta contigo misma; pues no podrás ser mi compañera sin abrazar mi instituto. Eligiolo ella al punto; y tomando su vestido, andaba con Crates, usando públicamente del matrimonio, y concurriendo ambos a las cenas." De esta forma Hiparquia también se dedicó a la filosofía, convirtiéndose en una de las primeras filósofas de la historia. Cuando otro filósofo contrario a los cínicos, Teodoro el Ateo(hacia 340-250 a.C) se burló en una ocasión de ella por dedicarse a la filosofía, Hiparquia le replicó "¿Crees que he hecho mal en consagrar al estudio el tiempo que, por mi sexo, debería haber perdido como tejedora?". Una de las características de los cínicos es que trataban por igual a hombres y mujeres (Imagen procedente de http://www.filosofia.org ) |
¿Si tuviéramos como objetivo morir felices no haríamos aquello que nos hace felices? Y ¿no decía Sócrates que " Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta"? Y ¿no es verdad , como decía el filósofo francés Auguste Comte que "Vivir para los demás no es solamente una ley de deber, sino también una ley de felicidad"? Claro que esta última afirmación no gustaría nada a los cínicos, porque iría en contra de su concepto radical de libertad individual , pero no me estoy refiriendo a resucitar todo su pensamiento sino aquello que podría ayudarnos a reformar nuestra sociedad y lo más importante, ayudarnos a llevar una vida mejor. Su idea de morir feliz nos llevaría a tratar de tener una vida feliz y ello a preocuparnos del bienestar de los demás , mitigando los problemas de unas sociedades donde tenemos muchos recursos pero mal distribuidos excluyendo a una mayoría de las ventajas de nuestra evolución cultural , tecnológica y material. Creo que el primer paso para un cambio que de verdad transforme nuestras sociedades debería venir a través de esa transformación en nuestra forma de valorar lo que de verdad es importante para nosotros, un acto de libertad como el que defendían los cínicos, aunque soy consciente que esas palabras suenan a utopía irrealizable,pero para eso nos sirve la historia, para buscar los ensayos de vida que otros hicieron, para tomar lo mejor de su pensamiento y desechar lo que se demostró que no funcionó .
En este tiempo de cinismo,pero en su sentido más negativo, ese que recogía al principio de este artículo "Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables" , que en algunos países parece apoderarse de sus gobernantes y de aquellos que deberían dar ejemplo con su comportamiento, quería recuperar ese lado menos oscuro del cinismo a pesar de sus excesos, el cinismo que hablaba de honestidad, de coherencia con sus creencias, de rechazo de la codicia y búsqueda de la felicidad. ¿Un mensaje cándido? Tal vez si, pero también tal vez sea necesario que recuperemos esa candidez, porque si los cínicos de hoy actúan como personas que no creen en nada, los de la Grecia clásica creían en la libertad individual y una de las características de la libertad es que nos permite tratar de cambiar lo que nos rodea aunque el entorno nos diga que eso es imposible. Como afirmabas el inventor Thomas Alva Edison "Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" ,así que con ayuda de cínicos, estoicos, socráticos, platónicos, existencialistas y cualquier otra corriente de pensamiento que se ocupe del hombre habrá que seguir buscando las señales del camino hacia un mundo mejor y más justo. Para cerrar este artículo creo que lo mejor es escuchar de nuevo la voz de Antístenes "Yo, aunque pobre en apariencia, tengo tantas de dichas posesiones que hasta me cuesta encontrarlas:duermo, como y bebo donde más me place, y tengo la impresión de que todo el mundo me pertenece"
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