Quizás una de las ramas de la ciencia que más me han atraído siempre es la medicina, el estudio de este organismo que es el vehículo de nuestra mente, que nos hace interactuar con nuestro entorno, que nos permite ser conscientes de nosotros mismos y de los demás, el cuerpo humano. Durante siglos la ciencia médica ,desde los lejanos tiempo de Hipócrates(hacia460-370 a.C) o Galeno(130-200) hasta el siglo XIX, apenas evolucionó, lo que hacía muy ciertas palabras como la del filósofo francés Voltaire , que mordazmente escribía "el arte de la guerra es como la medicina, siempre causando víctimas" y no menos irónicas y divertidas eran las palabras del dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela que escribiría " La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas". Si , la medicina poco más pudo hacer durante siglos , o te curabas tu sólo o te morías pero la medicina apenas tenía influencia en ello al no ser el de acelerarte la muerte con prácticas como la sangría , de nuevo como escribía Voltaire "El arte de la medicina consiste en mantener al paciente en buen estado de ánimo mientras la Naturaleza le va curando" .Pero todo iba a cambiar a lo largo del siglo XIX, el siglo donde se lograría el decisivo avance de vencer al dolor.
Pretendo abrir una nueva serie dentro del Mentidero dedicadas a Historias de la Medicina, y cada cierto tiempo iremos conociendo a algunos de los pioneros que lograron poner los cimientos sobre los que hoy se levanta el edificio de la medicina moderna y a los que la humanidad debe el espectacular incremento de la esperanza de vida que se ha producido desde el comienzo del siglo XX. Y para iniciar la serie os invito a que me acompañéis a conocer al hombre que consiguió algo espectacular, el remedio para el insoportable dolor que tenían que sufrir los pacientes en los quirófanos, porque durante la mayor parte de la humanidad no hubo un remedio efectivo contra el dolor, y las operaciones se realizaban con el paciente consciente o, con suerte, abotargado por el consumo de opio o alcohol. Los lugares donde se realizaban las operaciones, los quirófanos de la época, era algo más parecido a un lugar de sádicas torturas que a la sala de un hospital donde se trata de salvar la vida a un paciente.
Una de las pinturas más celebres relacionadas con la medicina es "Lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp" de Rembrandt(1606-1669). Durante siglos , después de la caída del Imperio Romano, la medicina estuvo estancada como consecuencia de la prohibición de la Iglesia Católica de realizar autopsias a los cadáveres, una práctica que no volvió a retomarse hasta el Renacimiento. Pero no sería hasta el siglo XIX cuando conceptos que hoy nos parecen tan obvios como la higiene, al esterilización del material sanitario o la anestesia entren a formar parte de la práctica médica (imagen procedente de http://centros5.pntic.mec.es ) |
Esta es la descripción de una operación realizada en la Harvard Medical School de Boston, en el año 1843, por uno de los más importantes cirujanos de la época , John Collins Warren (1778-1856),y recogida en el libro "El siglo de los cirujanos " del escritor alemán Jürgen Thorwald. Se trataba de la segunda operación del día, la cual se realizaba en una sala de operaciones del General Hospital de Boston y el narrador es un joven estudiante de medicina llamado Henry Steven Hartmann . Es un relato algo extenso pero creo que merece la pena reproducir una buena parte del mismo para que conozcamos como era la cirugía no hace tanto tiempo, a mediados del siglo XIX.
"La sala de operaciones estaba muy apartada , con lo que desde la parte baja no podían oírse los gritos de dolor de los operados y se hallaba situada a suficiente altura para que recibiera bastante luz. Recuerdo perfectamente el momento en que vi por vez primera la silla operatoria de respaldo plegable, tapizada de tela roja , y paseé la mirada a lo largo de las hileras de bancos ascendentes en semicírculos dispuestos para los estudiantes y otros espectadores. Los novatos éramos objeto de cierto interés malicioso y expectante, pues durante las primeras operaciones de nuestra etapa estudiantil, era muy frecuente que algunos de nosotros cayera desmayado o abandonara la sala pálido y temblando de miedo y desazón."
Las operaciones se realizaban a la vista de los estudiantes , que rodeaban al cirujano para contemplar la operación mientras éste iba realizando las explicaciones convenientes. Pero las operaciones se realizaban sin anestesia, por lo que podéis imaginar que llegaba a sentir el paciente como el del caso que nos describe a continuación, el de una mujer a la que el doctor Warren va a extirpar un tumor
"Acostaron en la mesa de operaciones a una mujer de unos cincuenta años con un tumor en el pecho. Como suele ocurrir , esta había esperado hasta el último momento para someterse a una intervención quirúrgica. Emitía quejidos de dolor ; estaba demacrada, cerúlea y sus ojos reflejaban un terror mortal.Dos enfermeros se situaron detrás de la cabecera de la mesa y pusieron las manos sobre los flacos hombres de la mujer . Uno de los cirujanos dijo que se habían administrado cien gotas de opio a la paciente. Después de meterse ligeramente los puños de su camisa en el interior de las mangas de la chaqueta, Warren, sin lavarse ni frotarse siquiera las manos con un trapo, cogió un escalpelo que, junto con otros instrumentos cortantes, tijeras, tenazas , agujas, esponjas, hilos de seda, hilas de algodón, vendas de hilo, tres cubetas con agua y una botella de coñac, habían entrado al mismo tiempo que la paciente, y estaban encima de una mesilla de madera. Los instrumentos estaban , a lo sumo, algo limpios. Las hilas para los vendajes procedían de una rinconera donde se amontonaban en el suelo"
Este era el aspecto de un quirófano en el siglo XIX, prácticamente desnudo pues no había más instrumental que el que cabía en un maletín . Al paciente o se le tumbaba o , como es en el caso del paciente del doctor Warren que se describe en el texto del artículo, se le ponía en una silla articulada . Se desconocía la anestesia y se utilizaba para mitigar el dolor o el alcohol u opio o alguna otra sustancia estupefaciente. Había pacientes que morían literalmente de dolor en la operación , mientras que otros muchos hallaban la muerte poco después como consecuencia de la falta de higiene que provocaba infecciones en las heridas. El instrumental no se esterilizaba, los doctores no se lavaban las manos entre operación y operación y hasta se dejaban en el suelo las vendas que luego iba a ser usadas. Había que tener un estómago y un ánimo fuerte para soportar los gritos de dolor de los pacientes en unas operaciones que más tenían de carnicería que de acto médico(imagen procedente de http://www.poreuropa.com ) |
Imagino que os sorprenderá que el cirujano no se lavase las manos, que el instrumental estuviera sucio y las vendas puestas en el suelo. La asepsia, la esterilización de materiales, en definitiva, la higiene imprescindible para evitar la infección de las heridas era desconocida aún en 1843 y gran parte de las muertes después de una operación se debían a las infecciones causadas por los médicos o por la suciedad que reinaba en las salas de operación y en los propios hospitales. En una época donde no existía la penicilina, las posibilidades de morir por una de estas infecciones eran muy altas. Pero continuemos con el relato
"Warren pasó el pulgar por el filo del escalpelo. Después , mediante rápidas incisiones cortó la piel del pecho enfermo e introdujo profundamente el cortante instrumento en el hueco de la axila. Cuando la enferma, pese al opio administrado, lanzó el primer grito y empezó a sacudirse con tanta violencia que los enfermeros tuvieron que sujetarla con todas sus fuerzas para mantenerla inmóvil en la mesa, Warren estaba cortando ya las zonas de pie afectadas por el tumor y , sin hacer el menor caso de los desgarradores lamentos de la mujer, echaba la piel a un lado y extirpaba la glándula enferma. De las manos y mangas de Warren chorreaba sangre procedente de las arterias cortadas . Mientras restañaba las otras hemorragias de menor cuantía apretando contra ellas sendas esponjas, el lamento desgarrador de la mujer cesó de oírse para convertirse en un débil gemido.
Sus movimientos se iban paralizando. Todo su cuerpo se tensó, como bajo los efectos de una especie de shock. Las esponjas eran rápidamente enjuagadas en agua fría y ensangrentada . Algunas de las que caían al suelo eran recogidas, enjuagadas rápidamente y aplicadas de nuevo. Cuando se detuvo la hemorragia y los extremos de los cordones utilizados para atar los grandes vasos quedaron colgando en un ángulo de corte, Warren dio unos puntos de sutura para unir el tejido conjuntivo y aplicó esparadrapo a la heria. Al poner encima de ésta un trozo de tela de hilo , el intenso espasmo del cuerpo de la paciente se relajó y su exangüe rostro cayó hacia un lado. Haywar cogió una palangana de agua y la vertió encima de la cabeza de la operada. Después le abrió con fuerza la boca y le introdujo coñac hasta que abrió los ojos, que miraron extraviados a su alrededor"
Bien pudiera ser la escena de la operación de Warren como la que aparece en esta pintura, con los estudiantes observando las maniobras de su maestro, con la diferencia de que esta pintura corresponde al último tercio del siglo XIX y ya se aplicaban algunas medidas higiénicas como la esterilización del instrumental médico. Para muchos cirujanos de la época, el dolor y el sufrimiento del paciente era algo tan natural que ni siquiera pensaban que fuera posible combatirlo. Una vez más la casualidad y una mente despierta se aliaron para hallar la solución (imagen procedente de http://www.historiadelamedicina.org ) |
Parece más un relato de una novela de terror que la descripción de una operación. Solía suceder que muchos de estos pacientes hallaban la muerte en la misma mesa de operaciones, que no era una mesa pues ,como en este caso , solían tratarse de sillas articuladas. Los que sobrevivían a la operación tenían tasas de mortalidad muy elevadas debido a las infecciones o al propio shock producido por la operación ,que sus organismos debilitados no conseguían superar. Incluso los que lograban superar todos estos obstáculos comprobaban que los resultados de la operación no conseguían evitar el avance de la enfermedad, ya que en los tumores las células cancerígenas no eran eliminadas por una inexistente quimioterapia, por lo que no tardaban en aparecer de nuevo. Pero este horror estaba a punto de cambiar gracias a un joven dentista y a un espectáculo.
Este joven dentista se llamaba Horace Wells(1815-1848), natural de Hartford en el estado norteamericano de Virginia. Había iniciado sus estudios de odontología en Boston y después de terminar sus estudios se estableció como dentista en Hartford, pero en otro Hartford diferente en el estado de Connecticut. Después de casarse desarrolla una relativamente próspera carrera como dentista contando incluso con discípulos que le ayudan a desarrollar algunas de sus ideas innovadoras en este campo , como un nuevo tipo de dientes postizos. Entre estos discípulos se encontraba William Thomas Green Morton(1819-1968) que luego jugará un papel importante en los acontecimientos que estoy relatando. Pero no nos desviemos ahora del hilo de nuestra narración. Estamos en el 10 de diciembre de 1844 y quiero imaginar que aquel día Wells había leído en el periódico de su ciudad, el "Hartford Courant", el siguiente anuncio
"Hoy martes, 10 de diciembre de 1844 , en Union Hall tendrá lugar una exhibición de los fenómenos producidos por la inhalación del "protóxido de nitrógeno", conocido vulgarmente con el nombre de "gas hilarante" o "gas de la alegría". Hay unos ciento cincuenta litros de este gas a disposición de los espectadores que quieran probarlo . Se han encontrado cuatro hombres forzudos que cuidarán de que las personas que respiren el gas no se lesionen a sí mismas ni a los demás. Quienes respiran este gas se ponen a cantar, bailar, reír , hablar o luchar , según su temperamento.Post Scriptum: Sólo se permitirá respirar el gas a caballeros sumamente distinguidos , con el fin de garantizar el carácter absolutamente serio de la exhibición. Es imposible describir con palabras las maravillosas sensaciones provocadas por el gas. El poeta Robert Southney dijo una vez que el gas nos transporta a una atmósfera celeste. Al comenzar la exhibición se dar´`a a conocer a los interesados la manera de obtener el gas. El señor Colton ha organizado una sesión gratuita y especial para las damas que deseen probarlo. Tendrá lugar el jueves , de once a una de la mañana, y sólo se permitirá la entrada a las señoras. La exhibición empieza a las siete. El precio de la entrada es de 25 centavos"
El anuncio de la exhibición con el Gas hilarante a la que acudió Horace Wells el 10 de diciembre de 1844 en compañía de su mujer Lizza y de la que surgiría la idea de usar este gas como el primer anestésico eficaz. Una vez más , como tantas veces en la historia de la ciencia, la casualidad ayuda a las mentes despiertas a hallar respuestas que nadie más ve, porque todos los que allí acudieron aquel día no se percataron de que un hombre que se había golpeado fuertemente la tibia con un banco después de haber tomado el gas hilarante no tenía dolor alguna y ni siquiera se dio cuenta de que estaba herido. Nadie se dio cuenta de ello excepto Horace Wells (imagen procedente de http://actualidad.rt.com ) |
Parece que cuando Wells lee este anuncio, o se entera de la exhibición por boca de alguien, lo que desconocemos, su taller y su sociedad con Morton habían sufrido un serio revés , después de que fracasara su nueva prótesis dentaria debido al dolor que causaban al paciente , pues el nuevo sistema de Wells exigía que se arrancara la raíz del diente y este doloroso procedimiento hacía que fuera rechazado por los pacientes. Wells, un hombre siempre inquieto y con nuevas ideas que poner en práctica aunque con un carácter más bien retraído y modesto, sabía que si quería que su prótesis dental tuviera éxito tenía que hallar la forma de extraer la raíz sin causar dolor, un tipo de anestesia, aunque esta palabra aun no existía. Y seguramente estas ideas estaban rondando por su cabeza cuando aquel 10 de diciembre de 1844 asiste al espectáculo de Gardner Quincy Colton.Horace Wells no duda en presentarse voluntario para probar aquel gas y experimentar sus efectos sobre sí mismo.
El óxido de nitrógeno o "gas hilarante" tiene entre sus efectos causar alucinaciones, inducir un estado eufórico y en algunos casos puede provocar pérdida de parte de la memoria . Cuando Wells , junto a otros ciudadanos, sale al escenario y se somete a los efectos del gas comienza a reír y bailar como sus compañeros de escena , hasta que se le pasa el efecto y regresa a su asiento junto a su esposa Lizza, espantada por el espectáculo que está dando su marido ante la sociedad de Hartford. El espectáculo sigue y uno de los hombres que prueba el gas, llamado Samuel Cooley, comienza a dar saltos por toda la escena hasta que pierde el equilibrio y se da un fuerte golpe en la tibia contra la esquina de un banco. Tan fuerte es que Wells, que ha observado el accidente, se estremece esperando el alarido de dolor del hombre, pero este no se produce y ni siquiera se lleva las manos a la zona golpeada. Wells no deja de observar cada vez con mayor atención las evoluciones de Cooley que después de unos minutos toma asiento con absoluta normalidad.
Fotografía de Horace Wells. Después de percatarse de que era el llamado gas hilarante el causante de que Samuel Cooley no hubiera sentido dolor al golpearse con el banco diría a uno de sus amigos que se encontraba allí "Creo que si a un hombre se le da a respirar este gas se le podrá extraer una muela o amputar una pierna sin que le duela". Era el primer paso que llevaría hacia la victoria de la medicina sobre el dolor, pero que para Horace no tendría unas consecuencias tan buenas como podríamos pensar para el autor de uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la ciencia humana, el remedio para el dolor. Quizás su carácter tímido y su falta de ambición personal le perjudicaron frente a otros que se aprovecharían de su trabajo (imagen procedente de http://www.trincoll.edu ) |
Wells no pudo contenerse y se levanta para preguntar a Cooley si le duele la tibia donde se ha golpeado, pero Cooley se ríe y cree que está bromeando porque él no recuerda haberse golpeado con nada y además no siente dolor alguno. Pero ante la insistencia de Wells se levanta el pantalón y allí había una gran herida que recorría buena parte de su pierna. Wells se queda mirándolo atentamente y lentamente se gira para dirigirse a uno de sus amigos, David Clarck "David, te voy a decir una cosa. Creo que si a un hombre se le da a respirar este gas se le podrá extraer una muela o amputar una pierna sin que le duela". En ese momento crucial acababa de darse el primer paso que iba a cambiar la historia de la medicina y del dolor en la humanidad.
Wells habla con Colton para que le enseñe como obtener el gas y le cuenta lo que ha sucedido. Colton y Wells deciden probarlo en la extracción de una muela al día siguiente. También habla con su ayudante John Mankey Riggs(1811-1885) que se asombra ante lo que puede ser un descubrimiento de consecuencias increíbles y discuten como harán la operación al día siguiente, donde Riggs será el ayudante de Wells. Lo más importante era decidir la dosis, y Wells determina que deberá ser aquella que o bien deje inconsciente al paciente o deje de sentir la zona afectada por el dolor. Lo iba a probar sobre si mismo, asumiendo así el riesgo. Así, el 11 de diciembre , a las 10 de la mañana, en el consultorio de Wells se encuentran el propio Wells, su ayudante Riggs, Colton y su hermano y Samuel Cooley, el ciudadano que se había golpeado el día anterior en el espectáculo de Colton.
Wells se sienta en la silla de pacientes y , ante la mirada expectante de todos los que le rodean, comienza a respirar profundamente el gas que le suministra el hermano de Colton a través de un balón de goma lleno de óxido de nitrógeno . Su rostro empalidece, los ojos se vuelven vidriosos y el cuerpo queda inmóvil.Después de comprobar que Wells no se mueve y no ofrece resistencia alguna al abrirle la boca Riggs procede a extraerle la muela , pero queda asombrado cuando no escucha el alarido al que estaba acostumbrado cada vez que realizaba esta operación. Después de unos instantes de silencio, Wells comienza a recuperarse de los efectos de gas y al ver su muela en las manos de Riggs dice "No he sentido nada, ha sido sólo como si me hubiesen clavado un alfiler. Es el descubrimiento más extraordinario de nuestra época" A partir de este momento Wells deja todo para dedicarse en cuerpo y alma al estudio del gas y de sus efectos , experimentando siempre consigo mismo sin conocer del todo los efectos que pudiera tener sobre su organismo , aunque no tarda en probarlo con sus pacientes que comienzan a llenar su consulta cuando se extiende la voz de que es capaz de extraer muelas sin dolor.
Así debió ser la escena que se vivió aquella mañana de diciembre de 1844 , con todos los testigos expectantes ante la reacción de Horace Wells, sentado en la silla , con el rostro pálido, casi inmóvil y con los ojos vidriosos como consecuencia del óxido de nitrógeno o gas hilarante que le habían suministrado con un balón de goma. Él había ideado el método y había sido quién observó los efectos del gas por primera vez. También fue el primero en ser operado y experimentar la eficacia de este gas para aliviar el dolor. Todos estos méritos le serían escatimados en vida, al menos en Estados Unidos (imagen procedente de http://sobreslistas.blogspot.com ) |
Wells quiere que este conocimiento se extienda a todo el mundo, pero para ello necesita el apoyo de las máximas autoridades médicas , y por ello quiere dirigirse a uno de los más famosos cirujanos de su época y que ya conocimos al inicio de este artículo, John Collins Warren. Irá a Boston y demostrará los efectos de su gas . Le cuenta sus intenciones a su discípulo Thomas Green Morton que las escucha no sin cierto escepticismo, un escepticismo que hace nacer la duda en el corazón de Wells, más aún cuando Morton le acompaña a ver al científico Charles Thomas Jackson(1805-1880), un polémico científico, orgulloso y arrogante, formado en la escuela de la Sorbona en París , muy ambicioso y también tramposo, pues había tratado de adueñarse de la invención del telégrafo en detrimento de su auténtico inventor Samuel Morse. Cuando Wells, con entusiasmo, le narra los efectos anestésicos del óxido de nitrógeno, la respuesta de Jackson no puede ser más desalentadora. Según Jackson,en la lucha contra el dolor "Todo fue en vano y vano seguirá siendo". Aún así , consigue ponerse en contacto con Warren y fijaron una fecha en enero de 1845 para hacer la prueba del gas de Wells, pero Warren despreciaba la idea y pensaba que no era más que una superchería, aunque ,aún así, accedió pensando que Wells quedaría en ridículo . Warren era una de esas personas que no creen en los cambios, que los rechazan y piensan que todo es como debe ser y no hay lugar para esos excéntricos que quieren inventar soluciones para problemas que han sido siempre imposibles de resolver.
Según escribe Jürgen Thorward en "El siglo de los cirujanos", las palabras con las que Warren presentó a Wells fueron estas "El señor Wells dice ser dentista en Hartford. No tenemos a nuestra disposición ningún caso quirúrgico corriente, pues un paciente a quien hace ya algunos días debíamos amputar una pierna , se niega a operarse. Pero el señor Wells dice que practica , más que otra cosa , intervenciones dentales indoloras. Si entre los asistentes hay alguno que padezca de la dentadura y quiera correr el riesgo de prestarse a un ensayo del nuevo método, puede hacerlo" Se presentó un voluntario, un hombre obeso, y Wells comenzó a aplicarle el gas como había hecho ya en muchas ocasiones en su consulta. El paciente pareció quedar dormido pero cuando comenzó a extraerle la muela este emitió un primer alarido y un segundo. Todos los presentes comenzaron a reírse de Wells y a gritar que era un charlatán . Después de unos minutos interminables Wells recogió sus cosas y abandonó la sala de operaciones con la cabeza agachada y sin entender que había fallado
Había asistido también a aquella escena su discípulo Morton, que lejos de quedarse junto a su maestro para consolarle abandona precipitadamente la estancia como si quisiera que nadie le relacionara con aquel perdedor. Mientras, Wells regresa a Hartford y se sume en una depresión nerviosa al tiempo que se manifiestan síntomas de otro mal de tipo pulmonar que puede ser el principio de una tuberculosis. Morton le visita en julio de 1845 pero no se interesa demasiado por los problemas de Wells que le informa de que sigue investigando sobre el gas y sus efectos. En la primavera del año siguiente, por casualidad, Morton inicia amistad con una mujer llamada Elisabeth Williams que le comenta que fue paciente de Wells, que este le extrajo una muela y no sintió dolor alguno. Morton la escucha con atención y se despierta un auténtico interés por el gas. En otoño tiene que atender a una paciente que quiere ponerse una dentadura postiza pero le da miedo el dolor. Para no perder el negocio Morton decide usar el gas pero ,por consejo de Jackson,al que ya habían recurrido Wells y Morton en el primer experimento realizado por Wells en el Hospital de Boston, lo cambia por éter sulfúrico ya que según este le asegura tiene los mismos efectos pero es más seguro, lo cual no era cierto
Unos días después un paciente llamado Eben H.Frots acude a la consulta de Morton aquejado de un fuerte dolor. y le ruega que se la extraiga pero sin dolor y le sugiere que utilice la hipnosis, basados en las prácticas desarrolladas por Franz Anton Mesmer(1734-1815) , prácticas conocidas como mesmerismo. Pero Morton le dice que tiene algo mucho mejor y usa el éter sulfúrico vertiéndolo en un pañuelo y aplicándolo sobre el rostro del paciente. Este se duerme y extrae la muela sin causarle dolor alguno . Al instante Morton redacta una declaración para que la firmen Frots y los demás testigos de este hecho, donde Frost confirmaba lo que había sucedido aquella noche y acude con ella al Boston Daily Journal, donde el 1 de octubre de 1846 se podía leer esta noticia "Según nos informa un testigo presencial , anoche se le practicó a un paciente la extracción de una muela enferma sin que éste sintiera el menor dolor. Se le sumió en una especie de sueño por inhalación de una sustancia cuyos efectos duraron unos tres cuartos de minuto, tiempo que fue suficiente para realizar la citada extracción"
Una escena así fue la que tuvo lugar en la consulta de Thomas Green Morton, durmiendo con éter sulfúrico al paciente el cual era aplicado empapando un pañuelo y poniéndolo sobre su rostro. Pero el éter no era un descubrimiento ni de Morton , ni de Jackson, pues era usado desde el siglo XVI cuando fue sintetizado por vez primera por el médico y botánico alemán Valerius Cordus(1514-1544) en el año 1540 y sus propiedades analgésicas habían sido descubiertas por el alquimista Paracelso(1493-1541) casi al mismo tiempo. Por eso, Morton , hombre ambicioso y con pocos escrúpulos, ocultó la sustancia que había utilizado , pues sino no podría explotar comercialmente su hallazgo, ya que el éter estaba al alcance de cualquier doctor , aunque nadie había seguido el camino abierto por Paracelso cuatro siglos antes (imagen procedente de http://www.sentadofrentealmundo.com ) |
Morton quería evitar por todos los medios que se supiera que era éter, por eso se habla en el artículo de una "sustancia" ya que el quería explotar comercialmente este éxito, pero el éter era conocido por todos y si lo decía todos lo usarían y no obtendría ganancia alguna. Al igual que había hecho Wells dos años antes, Morton se pone en contacto con Warren para poder hacer un ensayo público. Sería el 16 de octubre de 1846 y el paciente se llamaba Gilbert Abbot al que había que extraerle un tumor maxilar.Warren volvió a presentarle con su sarcasmo y escepticismo habitual . Todo se desarrolló de la misma forma que en la prueba de Wells,y Morton, una vez comprobado que el paciente estaba dormido, lo dejo en manos de Warren para que lo operara. Para asombro de todos los que allí estaban el paciente no emitió ni un sólo sonido . El propio Warren se emocionó hasta el punto de dejar caer las lágrimas por su rostro.
¿Por qué tuvo éxito Morton donde había fracasado Wells? El éter y el óxido nítrico tienen el mismo efecto, por lo que la diferencia no estaba en la sustancia sino en el paciente. Él de Wells era un hombre obeso , más resistente a los efectos de la anestesia, mientras que el paciente de Morton era un hombre delgado y que además padecía tuberculosis , lo que lo hacía mucho más vulnerable a la anestesia. En realidad, el éxito correspondía a Wells, pues Morton sólo se había aprovechado de sus experimentos , pero Morton quiere para sí la fama y la riqueza , y se niega a rebelar la sustancia empleada para anestesiar, por las razones que ya expuse más arriba. Morton escribe a Wells ofreciéndole una participación, pero no le dice que sustancia es. Lo único que quiere es ganar tiempo para patentar el procedimiento y excluir a Wells para llevarse él toda la gloria. En cuanto a Jackson, que conocía que era Wells el auténtico descubridor, le compra ofreciéndole el 10% de los ingresos que espera obtener de la explotación de la patente. Jackson acepta y no dirá nada del trabajo de Wells.
Este es parte del contenido de la carta de Morton dirigida a Wells el 19 de octubre de 1846, tres días después del éxito del experimento en Boston "Tengo el gusto de informarle por la presente que he logrado descubrir un preparado cuya inhalación produce un sueño profundo. Para ello se necesitan escasos segundos y la duración del sueño puede puede prolongarse a voluntad. En tal estado se pueden llevar a cabo lo mismo grandes intervenciones , como operaciones dentarias, sin que el enfermo perciba el menor dolor. Ya he solicitado la patente del producto y he mandado agentes encargados de conceder exclusivas de ventas. Le agradeceré me diga si desearía usted visitar Nueva York y otras ciudades con una participación en las concesiones. He ensayado mi producto en más de 160 casos de extracción dentaria ; además fui invitado en el Massachusets General Hospital para aplicarlo a pacientes de allí, obteniendo en todos los casos resultados satisfactorios. Profesores como Warren y Hayward me han extendido certificados. Durante mi demostración , la sala de operaciones estaba atestada de estudiantes y médicos. Si desea usted conocer otros pormenores, tengo a su disposición extractos de prensa"
Este es parte del contenido de la carta de Morton dirigida a Wells el 19 de octubre de 1846, tres días después del éxito del experimento en Boston "Tengo el gusto de informarle por la presente que he logrado descubrir un preparado cuya inhalación produce un sueño profundo. Para ello se necesitan escasos segundos y la duración del sueño puede puede prolongarse a voluntad. En tal estado se pueden llevar a cabo lo mismo grandes intervenciones , como operaciones dentarias, sin que el enfermo perciba el menor dolor. Ya he solicitado la patente del producto y he mandado agentes encargados de conceder exclusivas de ventas. Le agradeceré me diga si desearía usted visitar Nueva York y otras ciudades con una participación en las concesiones. He ensayado mi producto en más de 160 casos de extracción dentaria ; además fui invitado en el Massachusets General Hospital para aplicarlo a pacientes de allí, obteniendo en todos los casos resultados satisfactorios. Profesores como Warren y Hayward me han extendido certificados. Durante mi demostración , la sala de operaciones estaba atestada de estudiantes y médicos. Si desea usted conocer otros pormenores, tengo a su disposición extractos de prensa"
Morton no patenta el éter, que ya lo está, sino el método de suministrarlo, copiado de los métodos de Wells, una patente que se le concede el 12 de noviembre de 1846. Pero Morton no había descubierto nada, el procedimiento era una invención de Wells y el uso del éter le había sido sugerido por Jackson. Incluso el uso del éter como anestésico había sido usado cuatro años antes, en 1842, por el doctor norteamericano Crawford Williamson Long(1815-1878) en Danielsville, Georgia, a un niño al que había que extraerle un quiste del cuello, pero en su momento no hizo público este caso. Jackson no es el bueno de Wells, y escribe a la Academia Francesa de Ciencias donde tenía como amigo a uno de los científicos más importantes de Francia, Jean Baptiste Elié Beaumont(1798-1874), afirmando que él es el auténtico descubridor de los efectos anestésicos del éter en febrero de 1842 y afirma que Morton había ido al Hospital de Boston como delegado suyo. Una vez más Jackson se estaba adueñando de un descubrimiento que no era suyo, pues en 1842 fue Williamson Long y no él quien usara el éter. La Academia le da la razón y a continuación Jackson escribe un informe para la Academia de Ciencias de Estados Unidos exponiendo las conclusiones de la Academia Francesa. Morton le replica y niega todas sus afirmaciones , se suceden las disputas mostrando a dos hombres sedientos de gloria y riqueza.
Mientras ,Wells apenas dice nada, él no buscaba la fama, sólo quería extender el uso de la anestesia en todo el mundo, y cuando habla nadie le escucha ante la fuerza entre los medios de Jackson y Morton. El 12 de mayo de 1847 escribe en el Boston Medical and Surgical Journal una carta que concluye así "Termino formulando el sincero deseo de que se me reconozcan en este descubrimiento los derechos que realmente me pertenecen" Viaja a Francia para recuperar su maltrecha salud y para su asombro le reciben casi como a un héroe, pues por el informe de Jackson habían conocido que Wells era el auténtico descubridor de la anestesia. Da conferencias y finalmente escribe para la Sociedad de Medicina de París un informe titulado "Historia del descubrimiento del empleo del gas hilarante , éter y otros gases en las operaciónes quirúrgicas" . Este informe llega a Estados Unidos, y ya comienzan a sospechar la verdad de todo.
En enero de 1848 Wells viajaba a Nueva York y comienza a experimentar todos los días con cloroformo. Pero el uso continuo de éter, gas hilarante y cloroformo le causan alucinaciones, le arruinan la memoria, le provocan depresiones . Se hallaba en uno de estos estados de embriaguez narcótica cuando el 21 de enero de ese año de 1848 roció a dos mujeres con una botella de ácido. Wells fue detenido pero no recordaba nada de lo que había sucedido. Pensaba que se había convertido en un loco, aunque sólo estaba sufriendo las consecuencias de las alucinaciones provocadas por las sustancias narcotizantes, pero no lo podía soportar. El 23 de enero de 1848 , mientras estaba en su celda , se seccionó la arteria femoral de su pierna izquierda con una cuchilla de afeitar no sin antes narcotizarse con cloroformo. Pocos días después de su muerte llegaría estar carta al domicilio de Wells"Mi querido Wells: Acabo de llegar de una sesión de la Sociedad de Medicina de París en la que se ha adoptado la decisión de considerar a Horace Wells de Connecticut, Estados Unidos, único merecedor del honor de haber descubierto el empleo de gases para la realización de operaciones sin dolor , y de haberlos utilizado con éxito"
La carta hacia justicia pero llegaba demasiado tarde . Pero Jackson y Morton seguirían enredados en una interminable guerra en los juzgados . La patente de Morton es anulada pero Morton no ceja en su empeño y durante diez años trata de probar que es él y no Wells el descubridor de la anestesia, pero sus demandas son rechazadas una vez tras otra, a pesar de que pudo comprar el testimonio de Samuel Cooley, si, aquel ciudadano que se dio un golpe con un banco sin hacerse daño después de probar el gas hilarante. Morton sigue luchando e incluso trata de conseguir del Congreso en 1863 una indemnización de 200.000 dólares por ser el descubridor del éter y no haber obtenido el reconocimiento por ello. Pero también es rechazada y Morton se queda sin recursos económicos para seguir litigando, y además todos le abandonan . Y aún así ,durante los siguientes cinco años se convierte en un habitual de los pasillos del Congreso para reclamar sus supuestos derechos , hasta que su progresivo deterioro mental hace que sea internado, muriendo en 1868 sumido en la locura. El mismo destino tendrá Jackson, que llevado por sus delirios de grandeza, será internado en 1873 en el departamento de alienados del Massachusetts General Hospital muriendo olvidado de todos el 28 de agosto de 1880.
Y de esta triste y dramática forma acaba la historia del descubrimiento de la anestesia, un descubrimiento que acabó con los tres principales protagonistas implicados, uno suicidándose y dos en el manicomio. Pero , sin embargo, dieron a la humanidad el mejor de los regalos, la supresión del dolor que habría una nueva era en la medicina y en el tratamiento de las enfermedades . Como escribía más arriba la palabra anestesia nació en una carta escrita por el doctor y escritor Oliver Wendell Holmes (1809-1894) con el significado de "sin dolor" Cuando ahora vayáis al dentista y os pongan esa maravillosa anestesia que nos alivia los dolores que durante siglos torturaron a los hombres y mujeres que tenían que someterse a una intervención, recordad aunque sea por un segundo al desdichado Horace Wells. A él le debemos que no sintamos dolor. Gracias Horace.
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