Stéphane Hessel es un berlinés ,pero francés de corazón, que el año pasado ha logrado vender más de un millón y medio de ejemplares en Francia con una pequeña obra titulada "¡Indignaos!", la cual acaba de salir traducida al castellano y con la que trata de despertar a nuestra sociedad de este sueño en el que se encuentra sumida. No escribe nada que no sepamos, no descubre algo nuevo ni hallaremos en sus páginas respuesta a los muchos interrogantes que nos rodean, porque ese no es su objetivo, lo que trata Stéphane Hessel es provocar una reacción, ser el aguijón que nos impulse hacia una revolución , hacia una insurrección , no a través de la violencia, sino del pensamiento, de las actitudes,de las ideas.
Lo más sorprendente y lo más vergonzoso para las generaciones actuales es que "¡Indignaos!" no ha sido escrita por un joven universitario , ni tampoco por un maduro intelectual, sino por un anciano de 93 años, cuyo espíritu y mente posee mucha más vitalidad, fuerza y clarividencia que la la mayoría de nosotros. Desde el Mentidero he tratado varias veces el problema de la indiferencia de nuestra sociedad, la impasibilidad con la que contempla como le van arrebatando los derechos por los que sus padres y sus abuelos lucharon durante todo el siglo XX . Nos encogemos de hombros resignados, como si eso fuera inevitable y tuviéramos que aceptar las normas que nos imponen porque así debe ser.
Si así se hubieran portado las generaciones anteriores , ahora estaríamos trabajando jornadas de 18 horas, los niños empezarían a trabajar a los 7 años, no tendríamos derecho a ningún día de descanso , las vacaciones no existirían, ni la seguridad social, ni los sindicatos, ni un estatuto de los trabajadores ni una legislación laboral que velase por nuestros derechos e intereses. Pero hubo gente que no aceptó la injusticia, que incluso dieron su vida por ello, como los mártires de Chicago ,de los que ya he hablado en alguna ocasión, quienes en 1886 dieron su vida en la lucha por lograr una jornada laboral de ocho horas. Hoy les recordamos todos los primero de Mayo en el Día del Trabajo, pero hasta de esto nos hemos olvidado, hasta tal punto llega nuestra ignorancia e indiferencia.
Stéphane Hessel (Berlín 1917) ha sorprendido en Francia con una obra que ha vendido un millón y medio de ejemplares . Su título es un grito ¡Indignaos!, contra una sociedad dominada por la dictadura de los mercados ante la indiferencia de la mayoría de nosotros. Hessel trata de agarrarnos por los hombros y hacernos salir de esta indiferencia que parece dominar a los pueblos de Europa |
Recoge Hessel en su libro una frase de Jean Paul Sartre , en la que dice "Sois responsables en tanto que individuos" y Hessel escribe "la indiferencia es la peor de las actitudes" y afirma que hay que promover "la facultad de indignación y el compromiso que la sigue". Ambos tienen toda la razón, porque somos nosotros los responsables de lo que está sucediendo, somos nosotros los que permitimos que políticos mediocres y de escasa capacidad intelectual nos engañen con sus sofismas y cantos de sirena, o, mejor dicho, no nos engañan , nos dejamos engañar. Preferimos que nos digan que no va a pasar nada, que todo se arreglara, antes que esforzarnos en reflexionar sobre lo que esta pasando, haciendo ciertas las palabras terribles de Bertrand Russell " el hombre medio prefiere enfrentarse a la muerte o a la tortura antes que pensar".
Una de las partes más vibrantes de la obra de Hessel es ese llamamiento a la insurrección "contra los medios de comunicación de masas que no proponen otros horizontes que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos" ¿No nos damos cuenta que estamos metidos en un agujero y que somos nosotros mismos los que cada día hacemos más profundo ese agujero con nuestra actitud? Mirad un momento la vida que llevamos, dedicando la mayor parte de nuestro tiempo a trabajos alienantes, aceptando sueldos cada vez más bajos que nos obligan a trabajar cada vez un poco más, renunciando cada vez a más parcelas de nuestra propia vida para que al menos no nos despidan de esos trabajos que nos permiten malvivir.
Si, malvivir, y no estoy exagerando. Ya se que no pasamos hambre, y que nuestra situación no se puede comparar a los de otros países con mucha menos fortuna que nosotros, pero por los medios que tenemos, por la educación que hemos recibido, por lo que lucharon nuestros antepasados, tenemos una responsabilidad mucho mayor con nosotros mismos primero, con nuestros hijos y nietos y con el resto del mundo, porque si combatimos la injusticia en nuestro propio territorio podremos tratar de mejorar el resto del mundo, pero si no somos capaces ni siquiera de luchar por nuestras propias vidas ¿qué ayuda podremos ofrecer al resto de marginados del mundo?
Cuando los mercados se olvidan de los pueblos la indignación termina en una insurrección, como sucede ahora en la intervenida Grecia. La población se ve sacrificada para nada y sólo percibe que cada día se empobrecen más. Antes de llegar a estos extremos debemos reaccionar, una insurrección pacífica, de las ideas y de la ética. Si no lo hacemos , la violencia llegará para empeorar las cosas . En la foto un policía griego al que han arrojado un coctel molotov durante las protestas de esta semana |
Por eso digo malvivir, porque estamos renunciando a nuestra vida para alimentar un sistema que siempre nos pide más. Escribe Hessel "el poder del dinero nunca había sido tan grande , insolente, egoísta con todos , desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado" y añade "el interés general debería primar sobre el interés particular y el reparto justo de las riquezas sobre el poder del dinero" Y yo me pregunto ¿estamos seguros de que vivimos en una democracia ? o vivimos en la dictadura de los mercados, de las grandes entidades financieras que nos han convertido en sus siervos, en sus súbditos. Los mercados cada vez se asemejan más al Yahvé del Antiguo Testamento, capaz incluso de pedirnos el sacrificio de nuestros hijos para demostrar nuestra fe en su credo.
Los medios de comunicación , desde la televisión a la prensa escrita ,están controlados por grandes corporaciones empresariales que cada vez limitan más el campo de la información independiente. Ya se que ahora disponemos de internet , de las redes sociales, de los blog como este, pero la influencia de los medios generales de comunicación es mucho más poderosa, en especial porque la población ha abdicado de la vida pública y sólo se ocupa de su vida personal. La población está tan agobiada con sus jornadas laborales agotadoras, con sus problemas económicos y personales que no tiene ni tiempo ni fuerzas para pararse a pensar lo que están haciendo con nuestras vidas, para que las estamos sacrificando. Nos están robando la vida y no nos damos cuenta, y seguimos levantandonos cada mañana para no parar en todo el día y llegar a casa agotados y acostarnos y así un día y otro, hasta que un día sea demasiado tarde para tratar de recuperar la existencia que sacrificamos a las empresas, a los mercados y a los políticos que nos engañaron con sus falsas promesas.
Stéphane Hessel perteneció a la Resistencia durante la ocupación nazi de Francia , arriesgó su vida por un ideal, por la libertad. Se indignó contra el régimen brutal nazi, como millones de jóvenes en Europa que entregaron su vida defendiendo no sólo sus hogares, sino también la libertad que tanto había costado conseguir a lo largo de los siglos. Y repite una vez más "Al indignarte te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido". ¿Qué sería de nuestro mundo si entonces los europeos se hubieran resignado al poder nazi, si nadie hubiera luchado contra la tiranía de un régimen tiránico y asesino?
La hipocresia, la mentira, la cobardía, la estupidez, la mediocridad son los valores de los políticos que nos gobiernan. La mejor prueba de la falsedad de sus palabras y sus actos las tenemos en los acontecimientos que se están desarrollando estas semanas en Oriente. Durante décadas Occidente se mantuvo en silencio sabiendo que con ese silencio estaba manteniendo en el poder a dictadores que sometían bajo su yugo a decenas de millones de seres humanos, pero nunca dijeron nada. Ahora, cuando han sido los propios pueblos sometidos los que se han levantado en un grito de indignación, de rabia, de hambre, de frustración, de tantas humillaciones sufridas durante años mientras sus tiranos eran recibidos con abrazos y sonrisas en las naciones occidentales, las representantes del mundo libre, ahora si levantan la voz para exigir respeto a los deseos del pueblo y reconocen la justicia de sus peticiones.
Un ejemplo de la hipocresía de nuestros líderes políticos . El ahora vilipendiado Muamar al-Gadafi participando en una cumbre en compañía de Barack Obama, Silvio Berlusconi, Dimitri Medvedev, Nicolás Sarkozy y el secretario general de la ONU Ban Ki Moon. Fue hace dos años, en la cumbre del G-8 en L´Aquila y no me parece que le estuvieran marginando precisamente. El pueblo libio llevaba entonces 39 años bajo su dictadura. |
Si tuvieran un poco de decencia, si aún les quedase algo de dignidad, los David Cameron, Angela Merkel, Nicolás Sharkozy, Silvio Berlusconi, José Luis Rodriguez Zapatero o Barack Obama tendrían que pedir perdon a todas estas naciones porque sacrificaron su libertad a cambio de sus intereses económicos y los de los grupos empresariales que los mantienen en el poder. ¿Dónde estaban esas palabras de libertad y justicia hace tan sólo medio año? No creo que nadie las recuerde porque nadie las pronunció. ¿A lo mejor porque estaban estableciendo contratos para vender armamento al régimen libio por valor de 700 millones de euros sólo en el año 2009?¿quizás porque Silvio Berlusconi firmo un contrato con Muamar al-Gadafi para venderle cazas de combate por valor de 107 millones de euros?¿quizás porque David Cameron está de gira por los países del Golfo Pérsico para reforzar el comercio de armas con las dictaduras de Arabia o Kuwait , que le suponen al año al Reino Unido unos ingresos de 2000 millones de euros?
El Fondo Monetario Internacional , por boca de su presidente, el francés y socialista Dominique Strauss-Kahn, felicitaba hace tan solo dos semanas a Muamar al-Gadafi por su programa de reformas y en su informe escribía "las perspectivas para la economía de Libia siguen siendo favorables y destaca el fuerte desarrollo macroeconómico y el apoyo al crecimiento de la economía no petrolera". Como véis Libia era una economía próspera, pero ¿se preocupó el señor Kahn en averiguar las condiciones reales de vida del pueblo, del precio inasumible que tenían que pagar por los productos de primera necesidad? No, por supuesto que no , porque eso a los mercados no les importa, igual que no les importa que los ancianos se queden con pensiones que no les permiten vivir, ni que la gente tenga que trabajar cada vez más para vivir peor, ni que cientos de miles de personas se queden marginadas por su edad , ni que día a día aumente la diferencia entre ricos y pobres.
La causa principal y piedra angular de la crisis iniciada en 2007 no fue otra que la avaricia, haciendo buenas las palabras del psicólogo y filósofo norteamericano William James "el hombre nunca tiene bastante sino tiene demasiado" . Hessel también nos lo dice en su obra "los bancos se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general". Esta ceguera de nuestra sociedad, del mundo en el que vivimos , ha llegado hasta ponernos una venda para no ver la catástrofe climática,energética y alimenticia que se aproxima ,de la que muchos como el científico James Lovelock llevan advirtiendo décadas pero a la que todos hacen oídos sordos, porque a nadie le interesa cambiar el sistema que a unos les enriquece y a otros les mantiene en el poder.
Stéphane Hessel es el último superviviente de las personas que participaron en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue firmada y aprobada el 10 de diciembre de 1948, una fecha que debería estar grabada en todos nuestros corazones y tendríamos que conocer de memoria. Os recomiendo que la leais para que recordéis lo que nuestros mayores consiguieron y lo que nosotros estamos desperdiciando con nuestro silencio, con nuestra resignación , con nuestra ignorancia , con nuestra indiferencia y nuestra cobardía. Como ejemplo, en el artículo 22 de esta Declaración podemos leer:
"Toda persona,como miembro de la sociedad, tiene derecho a la Seguridad Social, y a obtener meidente el esfuerzo nacional y la cooperación internacional , habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos , sociales y culturales indispensables para su dignidad y para el libre desarrollo de su personalidad"
Mirad a vuestro alrededor, a vuestra propia vida y a lo que sucede en España y en el resto de naciones. ¿Creeis que estos derechos se están respetando?¿Con que derecho y con que autoridad nuestros gobernantes nos piden aquello que va en contra de nuestros más elementales derechos recogidos en una Declaración con carácter universal y para todos los pueblos del mundo? No sólo se han mostrado incapaces de establecerlos en otras partes del mundo , sino que ahora quieren que nosotros, voluntariamente, abdiquemos de estos derechos para mantener a sus mercados, a todo ese grupo de personas que ven como nos retorcemos por un salario indigno mientras ellos se enriquecen aún más en medio de la crisis.
Portada del pequeño libro de Stéphane Hessel "¡Indignaos!". De nada servirá que lo leamos si luego no remueve nuestra conciencias y nos decidimos a actuar. La verdadera tragedia de nuestro tiempo es el silencio de los pueblos europeos |
Martin Luther King, uno de esos hombres que se indignó ante la injusticia, que lucho por conseguir un cambio a través de la insurrección , no de las armas sino del pensamiento, de las ideas y de la resistencia moral y que entregó su vida por ello, dijo en uno de sus discursos "la verdadera tragedia no consiste en los gritos de un gobierno autoritario , sino en el silencio de la gente " Yo, tu que me lees, todos nosotros somos culpables y sólo si cambiamos nuestra actitud se pueden conseguir cambios. Hay que quitarse la venda de los ojos, plantarse frente al poder como hemos visto en Túnez y en Egipto que es posible hacer, no con violencia sino con la razón , demostrar que no somos indiferentes, que sabemos defender nuestros derechos y que estamos hartos de mentiras, de inmoralidad, de los mediocres que nos gobiernan, que ha llegado la hora de apartar a todos estos gobernantes indignos que nos llevan con mano firme hacia el desastre y la ignominia.
Podemos seguir viviendo en nuestras burbujas, envejeciendo con la espalda encorvada bajo la mirada burlona de los que se aprovechan de nosotros y oprimen a otros pueblos bajo el yugo de un sistema injusto donde el materialismo ha desplazado al ser humano y que amenaza con agotar a nuestro planeta en su ansia de querer siempre más. Podemos seguir siendo esclavos y lo más patético es que nos creemos libres¿libres de que si apenas teneis tiempo de levantar la vista al cielo?¿si no véis a vuestros hijos, si llegáis agotados a vuestros hogares, si ya no recordáis el auténtico sonido de la vida?¿que haréis cuando seáis mayores, ingresar en una residencia de ancianos, ese aparcamiento donde van a parar los que ya no son útiles al sistema para que no molesten?
Prefiero antes una libertad peligrosa que esta tranquila servidumbre y creo que deberiamos sentir admiración por este hombre de 93 años, más joven que la mayoría de la gente, más vivo , más rebelde que esta sociedad adocenada, deberíamos unirnos a su grito ¡INDIGNAOS!. Me uno a sus palabras "de la indiganción tiene que salir la resistencia" y me uno también a las palabras de un revolucionario mejicano , Emiliano Zapata, "si debo morir esclavo, que sea esclavo de mis principios y no de los hombres". Nuestra sociedad, nuestro mundo , necesita su propia "Revolución de los Jazmines", la pregunta es ¿nos queda dignidad para luchar por la justicia, por la libertad, por nuestro propio futuro como humanidad? No miremos a otro lado, la responsabilidad es nuestra y es nuestra vida.
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