domingo, 15 de abril de 2012

SOBRE LA HONRADEZ, LA CORRUPCIÓN , EL EJEMPLO Y LA MUJER DEL CÉSAR

En la Roma de la República, antes de la época imperial que comienza con el gobierno del emperador César Augusto(63 a.C-14 d.C) a partir del año 27 a. C, la más alta magistratura  a la que podía aspirar un ciudadano era el consulado, un cargo que se alcanzaba por elección frente a otros candidatos y que tenía una duración de un año . Podías pertenecer a la clase patricia, la nobleza romana, o a la plebeya, sólo podías ser elegido a partir de los cuarenta y dos años de edad y una vez en el cargo tenías poder no sólo sobre la ciudad de Roma sino sobre todos los territorios subordinados a la la ciudad . Este poder era compartido por dos cónsules elegidos por un periodo de un año , el que más votos obtenía era el primer cónsul y se alternaban en el poder , es decir, un mes el primer cónsul era la máxima autoridad de Roma y al mes siguiente lo era el segundo cónsul.Esta era la culminación de la carrera política de un romano, lo que se llamaba el "cursus honorum" que significa "el curso del honor". El aspirante al cargo de cónsul debía cubrir una serie de etapas a lo largo de su vida publica, comenzado con el ingreso en el Senado al cumplir los treinta años , después tenía que ser elegido cuestor encargado de la tesorería y las finanzas, a continuación ,y no antes de los 36 años , edil que sería como un alcalde de nuestros días, después pretor encargado de administrar justicia y con capacidad de dirigir una legión o gobernar una provincia, y, finalmente, cónsul.

Esta larga carrera política no estaba exenta de zancadillas, codazos , sobornos y corrupción y todos los males que afectan a los políticos de nuestros días. Estudiar la historia de la política en tiempos de la República de Roma es poner un espejo delante de nuestro rostro y vernos reflejados en él, porque los males que hoy padecemos son los mismos que ellos conocieron. Pero si traigo a colación a la antigua Roma es por un acontecimiento que daría lugar a una frase que sigue viva dos mil años después. Estamos en la Roma del siglo I a. C, Cayo Julio César(100-44 a.C) es un ambicioso militar y político y muchos sospechan que esa ambición pondrá en peligro la República. Pero en el 68 a. C aún estaban lejos estas sospechas que terminarían con su asesinato en el 44 a. C. En este año del 68 a. C César tiene 32 años y acaba de quedarse viudo tras la muerte de su joven esposa Cornelia Cina minor (93-69 o 68 a.C) y ese mismo año contrae nuevo matrimonio con Pompeya Sila, hija del que había sido dictador de Roma Lucio Cornelio Sila(138 a. C- 78 a. C). Ese mismo año César regresaba de desempeñar el cargo de cuestor en la provincia romana de Hispania, la actual España y Portugal, su primer paso en el cursus honorum.

Esquema del Cursus honorum que comenzaba en el cargo de cuestor,encargado de la tesorería y las finanzas  y continuaba con los cargos de edil,equivalen a un alcalde de nuestro tiempo, pretor para impartir justicia y también con capacidad para gobernar una provincia o dirigir una legión y ,finalmente,cónsul, un cargo que en el siglo I. a. C no podía ser desempeñado por alguien que tuviera menos de 42 años. Con este recorrido los romanos se aseguraban que quién llegara a la máxima magistratura, el consulado, tuviera suficiente experiencia en el gobierno y la toma de decisiones y que, además, hubiera demostrado su honradez y dignitas. Por eso los que se presentaban a la elección de alguna de las magistraturas del cursus honorum se vestían con una toga especial blanqueada, llamada toga cándida, de donde procede nuestra palabra candidato. Este color blanco servía para distinguirlos y demostrar su pureza, aunque la corrupción política en Roma en nada tenía que envidiar a la de nuestra época (imagen procedente de http://cursushonorum.pbworks.com )

En el año 65 a. C daba un nuevo paso en su carrera hacia el consulado al desempeñar el cargo de edil , cargo que desempeñó con gran éxito a pesar de tener que endeudarse para organizar los juegos en el Circo Máximo, ya que tenía que ser el edil el que pusiera de su propio patrimonio el dinero necesario para cubrir los gastos de la organización de estos juegos, algo parecido a imaginarnos que los gastos de un partido de fútbol en la ciudad o una competición atlética fuera financiada por el alcalde de turno con su propio dinero. En el 63 a. C es elegido Pontifex Maximus que era el cargo de mayor prestigio y dignidad dentro de la religión oficial romana , lo que implicaba la entrega de una nueva residencia, la Domus Publica que se encontraba en el Foro romano y lleva consigo una importante serie de derechos pero también de deberes, y uno de ellos era, sin duda, dar ejemplo de integridad moral.Un año después de su elección César , en cumplimiento de uno de sus deberes como Pontifex Maximus, tenía que organizar en su casa la fiesta consagrada a la Bona Dea, una antigua diosa romana asociada a la fertilidad, la castidad y la salud.

El 4 de diciembre de cada año tenía que celebrarse un rito secreto en casa de un magistrado romano, en este caso de César, al que e incluso no podía haber figuras o pinturas de hombres o animales machos. Pero un joven patricio llamado Publio Clodio Pulcro(92-52 a. C) decidió disfrazarse de mujer con la intención seguramente de asistir a los ritos misteriosos de la diosa Bona Dea y quizás con la de seducir a la esposa de César, Pompeya. Clodio fue descubierto y detenido,sin embargo quedó libre en el juicio que se celebró a continuació probablemente porque sobornó al jurado, aunque en algunas historias de este hecho se dice que fue declarado culpable de sacrilegio  . Surgieron rumores de que había seducido a Pompeya , algo de lo que no había prueba alguna ni tampoco de que Pompeya fuera responsable de que Clodio entrase en la casa , pero Julio César no podía permitir que las sospechas sobre su esposa pusieran en entredicho su honor y reputación, lo que los romanos llamaban dignitas. Según nos cuenta el historiador griego Plutarco (hacia 46 -120 d.C) en su obra "Vidas Paralelas" Julio César, aunque estaba convencido de la inocencia de su esposa, la exigió el divorcio porque no podía tolerar que su reputación y honor fueran cuestionados. Sería entonces cuando pronunció la celebre frase recogida por Plutarco "La mujer de César no debe estar ni siquiera bajo sospecha" y que se popularizaría como  "No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo". Julio César se divorció de Pompeya para conservar su fama de honestidad y honradez, aunque los políticos romanos, ni siquiera César, fueran ejemplo de esta honestidad a lo largo de sus carreras.

Julio César puso su dignitas por delante de su matrimonio y no vaciló en exigir el divorcio a Pompeya Sila cuando las sospechas sobre ella podían socavar su prestigio. Por conservar la dignitas , la reputación , el respeto que la sociedad debía a un hombre, este era capaz incluso de sacrificar su propia vida . Es un concepto muy parecido al del  honor pero aún más amplio y afectaba a su relación con la sociedad y la forma en que esta le veía y le trataba. Un hombre sin dignitas se convertía en un marginado social, alguien en quién nadie confiaría y era importante para ello no solo comportarse con integridad sino aparentarlo. Diría incluso que era más importante aparentarlo que serlo, pues muchos políticos romanos no dudaban en aceptar sobornos y corromperse, pero siempre mantenían su apariencia de honestidad

Ahora veamos que nos dice el Diccionario de la Lengua Española sobre los términos que dan titulo a este artículo, empezando por la honradez, a la que define como "Rectitud de ánimo, integridad en el obrar.", la corrupción que es descrita en su cuarta acepción como "En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores" y por último el término ejemplar definido  en su primera acepción como "Que da buen ejemplo y, como tal, es digno de ser propuesto como modelo". El hombre honrado es un hombre al que consideramos justo tanto en su pensamiento como en su forma de actuar y si es algo exigible a todas las personas aun lo es más a aquellos que desempeñan un cargo público, subordinados a unos deberes con los ciudadanos a los que representan y que los han elegido y más aún cuando ese cargo público conlleva el disfrute de unos privilegios inaccesibles para el resto de la población. Julio César era muy consciente de esta situación cuando exigió el divorcio de Pompeya, aunque en su fuero interno creyera en su inocencia, pero no podía permitir que sospecharan de su actitud, de su honradez pues de lo contrario tendría que abandonar su carrera política. No sólo era necesario ser honesto, había que parecerlo a los ojos de los demás.

Vivimos desde hace casi cinco años una crisis que afecta en particular a la Unión Europea pero que también es global, una crisis en la que han jugado un papel muy importante la corrupción, la falta de honestidad, el desprecio por los comportamientos ejemplares y el aplauso a aquellos que conseguían el éxito a cualquier precio violando los códigos éticos , mancillando lo que un ciudadano de la antigua Roma llamaba dignitas. La dignitas no podemos traducirlo simplemente como dignidad, tenía un significado aún más amplio y profundo,  se refería a la categoría personal del individuo dentro de la sociedad, es decir, su valía moral y ética , la que le permitía y daba derecho a ser tratado con respeto . Defenderla era lo más importante para un romano y si era necesario tenía que estar dispuesto a marchar al exilio o incluso a suicidarse si fuera necesario para salvar su dignitas. En el caso de César defender esta dignitas le supuso divorciarse de su esposa , y con ello demostraba su integridad y disposición a hacer cualquier sacrificio. Los ciudadanos podían confiar en él.

 En España se ha levantado la polémica y los comentarios críticos contra la figura del rey después de descubrirse que había pasado la semana en Bostwana y no había avisado ni siquiera al  presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, al que únicamente dijo que no iban a despachar los lunes como hacen todas las semanas. Sólo se ha conocido la existencia de este viaje después de que sufriera un accidente que le obligó a regresar a España para ser operado de la cadera, pero sino nadie se habría enterado. En un país con millones de parados y con una población sufriendo recortes en las prestaciones sociales y a la que se exigen continuos sacrificios ver a su monarca de vacaciones en África cazando elefantes y , además, haciéndolo en secreto, es todo menos ejemplar. Los privilegios concedidos por la sociedad al rey también pueden ser retirados por ella, pues en una nación democrática el Rey no está por encima del ciudadano, es un servidor del Estado que debe rendir cuentas de sus actos. Si no cumple con su deber de ejemplo y símbolo de una nación su existencia carece de sentido (Imagen procedente de http://www.clarin.com  )

Os preguntaréis quizás, los que hayan tenido la paciencia de seguir leyendo hasta este punto, donde quiero llegar con esta linea argumental. A la vista de todos está que la honradez, la ética, la moral no se encuentran entre los valores en alza en el mundo financiero ni en el político y eso también se transmite a la vida cotidiana de la sociedad, pues al igual que los hijos toman como ejemplo a sus padres, los pueblos suelen tomar como ejemplo a sus dirigentes y a las elites financieras y culturales que les sirven de referencia. Permitidme que haga una referencia al país donde vivo, España, donde desde 1978, después de aprobar una nueva Constitución, se rige nuestro gobierno por una monarquía parlamentaria donde el Rey reina pero no gobierna, es decir, se convierte en una figura simbólica cuya fuerza radica exclusivamente en su carácter ejemplar para el resto de la sociedad, despojado  de esa ejemplaridad los privilegios de los que disfruta este ciudadano al que los demás ciudadanos han acordado que los disfrute a cambio de desempeñar un papel de representación de la nación en el mundo, queda deslegitimado, vacío de contenido e inviable en una democracia donde son los ciudadanos los que dan y retiran la confianza a sus dirigentes y no hay lugar para los cargos vitalicios a no ser que así lo acordemos todos.

España es una de las naciones que más ha sufrido las embestidas de la crisis, con casi seis millones de desempleados, un 45% de desempleo juvenil y una economía que coquetea con la quiebra mientras se suceden los recortes presupuestarios , incluyendo en áreas tan vitales como la sanidad, la educación o la investigación sin la cual no hay perspectivas de un futuro mejor. Se suceden los mensajes dirigidos a los ciudadanos para que se sacrifiquen, para que acepten salarios más bajos, para que renuncien a conquistas sociales logradas después de años de lucha y que ahora se desvanecen,  se hacen llamamientos para trabajar más, ser más productivos y recuperar una dignidad y una ética del trabajo que dicen que hemos perdido. Se trabaja más, se pagan más impuestos, se cobran salarios más bajos y se reciben menos servicios. Son sacrificios muy grandes y graves, porque afectan a la vida de las personas, esta vida de la que sólo tenemos una y  de la que cada vez tenemos que sacrificar un mayor número de horas, de días , de meses y años que no volverán para sacar adelante a nuestra nación. Y esto que digo es valido para España y para cualquier país, porque en todas las naciones las clases dirigentes piden sacrificios a sus pueblos ya sea en tiempos de crisis económica o en conflictos bélicos. Hay que pagar por la patria, hay que luchar por la patria , hay que sacrificarse por la patria.

Esta es una de las fotografías que la empresa organizadora de safaris tenía puesta en su página de facebook, corrrespondiente a una cacería en la que también participó el rey  español hace años y donde le vemos posando con dos búfalos africanos. El precio que anuncia la página web de la empresa van desde los 22.200 euros que cuesta cazar búfalos en Bostwana hasta los 45.000 euros por cazar elefantes en un safari de catorce días. Por supuesto se trata de un viaje privado pero ¿quién ha pagado el viaje?¿lo pagamos entre todos?o si ha sido financiado por grupos empresariales como parece que ha sucedido en otros viajes privados ¿quienes son estos grupos y a cambio de qué?¿qué valor moral puede tener el monarca para exigir sacrificios cuando aprovechando el cargo que ocupa disfruta de aquello que es inalcanzable para los ciudadanos que están viviendo una de las peores crisis de nuestra historia?No se trata de un ciudadano como los demás ya que sus privilegios le hacen diferente a todos y por eso es el primero que está obligado a dar ejemplo. El problema de que la sociedad pierda su confianza en quién está puesto ahí para representarla es que es muy difícil recuperarla. Ocultando su viaje ha mentido al gobierno y a la sociedad a la que representa y a la que está obligado a servir. Como decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti" (imagen procedente de http://www.schnauzi.com )

Es celebre el discurso de Winston Churchill(1874-1965) , primer ministro británico, pronunciado el 13 de mayo de 1940 en la Cámara de los Comunes , en particular esta frase "Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: "No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor." La pronunció en el momento de máximo poder de Alemania y cuando la amenaza sobre una Inglaterra que se había quedado sola frente a la potencia militar alemana parecía anunciar la pronta derrota. Este discurso se convertiría en un lema para todo un pueblo que se sacrificó por sus hogares, por defender su forma de vida, la libertad y los principios en los que creía pero ¿habría tenido el mismo efecto si unos días después Winston Churchill se hubiera ido tranquilamente a cazar a alguna de las colonias inglesas en África?¿habrían creído en su líder y en sus palabras? Por supuesto que ir a cazar dos días a Tanzania, por poner un ejemplo, no cambiaría el curso de la guerra ni haría que la inteligencia de Churchill y su habilidad política para liderar a Inglaterra fuera menor, pero como decía César no basta con ser, también hay que parecer. No estoy comparando los momentos históricos , porque la gravedad de la Segunda Guerra Mundial nada tiene que ver con nuestro presente, pero lo utilizo para demostrar el significado de los actos , su valor simbólico  para la población.

Volviendo al país en el que vivo, anualmente el monarca español Juan Carlos I(1938) pronuncia un discurso de Navidad dirigido a toda la nación. El pasado 24 de diciembre de 2011 se refería a todos los españoles cuando decía "necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos" y después añadía  que por encima de todos él tenía "el deber de observar un comportamiento ejemplar". La misma persona que pronunciaba estas palabras, la misma persona que goza de unos privilegios inalcanzables para cualquier ciudadano porque así lo acordamos hace tres décadas, la misma persona que llamaba al sacrifico y la ejemplaridad en el comportamiento, la persona que afirmaba perder el sueño ante la situación de desempleo de millones de españoles, esa misma persona que afirma que él estaba obligado a observar un comportamiento ejemplar, ha sido descubierta cuando, sin advertir ni al gobierno ni a la prensa, sin el conocimiento de los ciudadanos  se fue durante la semana que acaba de terminar de safari a Bostwana para practicar uno de sus deportes favoritos, la caza, un viaje que , por supuesto, no está al alcance de la mayoría de los españoles. ¿Cual es el problema? Si fuera un ciudadano particular, ninguno, pues cada uno hace con su tiempo de vacaciones y su dinero lo que quiera, pero cuando se trata del máximo representante de una nación sumida en una grave crisis, cuando se hacen llamamientos a aceptar grandes sacrificios a personas que ya tienen muy poco que sacrificar, cuando se disfrutan de unos derechos que nadie más tiene, lo que se exige a esa persona es ejemplaridad , y eso significa no sólo ser honrado y cumplir con su deber, sino parecerlo.


MENSAJE  DE NAVIDAD DEL REY JUAN CARLOS I  EL 24 DE DICIEMBRE DE 2011

Cuando las palabras no van acompañadas del ejemplo estas pierden todo su valor . Os adjunto el mensaje de las pasadas navidades para que compareis las palabras con los hechos. Para hablar de sacrificio, de entrega , de generosidad, hay que dar ejemplo , mas aún cuando se desempeña una función en la que proyecta la imagen de España en el mundo.




El error no está en el safari, el error está en transmitir a la sociedad que no valora los sufrimientos y sacrificios de las personas sobre las que reina , que prefiere alejar de los problemas viajando al otro extremo del mundo para dedicarse al ocio como hacían los antiguos soberanos absolutistas que iban a cazar al bosque mientras sus súbditos vivían en la pobreza. Por supuesto que hay que salvar las distancias, no estamos en el siglo XVI ni Juan Carlos I es Enrique VIII(1491-1547) o Felipe II(1527-1598), pero por eso aún es más grave esta actitud que demuestra, como mínimo, falta de sensibilidad e inteligencia política. Y lo mismo se podría decir de muchos de los miembros de la clase política tanto en España como en la mayor parte del mundo, donde la corrupción apenas se disimula  ni en la esfera política ni en la financiera mientras que son desde estas esferas desde donde se emiten mensajes de sacrificio, de trabajo honrado y esfuerzo al resto de los ciudadanos. Pero como dice un proverbio español, hay que predicar con el ejemplo, y el ejemplo no puede venir de los soldados del ejército sino de sus generales , igual que en una sociedad, el ejemplo tiene que proceder de sus elites o sino nadie confiara en ellos y todo estará permitido. Una vez más vivimos un momento que considero peligroso, porque si surge la figura de alguien que demuestre que sus palabras van acompañadas por su comportamiento la gente le seguirá y ese suele ser el momento de los caudillos. La historia nos da muchos ejemplos de ello. Cuando una sociedad y, en particular, sus dirigentes, olvidan el significado de la dignitas, de la ejemplaridad, la libertad está en peligro. Y en lo que se refiere a España, una monarquía que no cumple con su deber de ejemplaridad no tiene sitio en una democracia. Por supuesto, como siempre digo en el Mentidero, esta es mi opinión abierta a debate y a ser rebatida y criticada por los lectores que siempre tienen abierto este foro para  expresar su pensamiento. 

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