martes, 23 de noviembre de 2010

ESPERANZAS HIPOTECADAS

En un barrio de una ciudad de España, Juan y Ana se disponen a abandonar lo que hasta hoy fue su hogar. Aquella casa que,, hace unos años habían adquirido con tanta ilusión. Aún pueden recordar el día que les entregaron las llaves en la inmobiliaria  y como recorrieron todas las habitaciones, sin parar de hablar sobre como distribuirían los muebles y cual sería la habitación para los hijos que vinieran en el futuro. Era el sueño por el que habían luchado tanto y que les iba a pedir grandes sacrificios, porque el esfuerzo económico era muy grande, pero en el banco se habían portado muy bien, les habían dado todo tipo de facilidades, permitiéndoles financiar el importe total de la casa e incluso algo más si querían hacer alguna obra o comprar un coche.

Como esta casa así se hunden los sueños de miles de familias

Pero ahora todo ha cambiado, la crisis ha hecho que Juan pierda su trabajo y Ana ha visto rebajado su salario. Ya no pueden hacer frente al pago de las letras de la hipoteca y el banco les ha embargado la casa y , además de quedarse con ella, les sigue exigiendo la deuda a Juan y a Ana. No saben que harán, no tienen casa, no tienen dinero y además siguen debiendo al banco  una cantidad a la que no pueden hacer frente de ninguna forma  y lo que aún es peor, su familia les había avalado, y ahora esta deuda caerá sobre personas a las que quieren y que les hicieron el favor de responder por ellos.

Esta es una historia que se repite en España cada vez con mayor frecuencia desde el inicio de la crisis en 2007, y que ha provocado la ejecución de 250.000 hipotecas, 250.000 dramas familiares. Durante años las entidades financieras han concedido préstamos a personas que, por sus salarios, no podían hacer frente a esas cuotas pero no se les ponía ningún obstáculo. Se falseaban las tasaciones ,de forma que pisos cuya tasación oficial era de 150.000 euros, recibían una tasación bancaria de 200.000 euros para poder cubrir con la hipoteca el importe total de la casa. El resultado de esta práctica es que se tasaban las viviendas por precios muy por encima del mercado y ,cuando la familia tiene que desprenderse de la vivienda porque no la pueden pagar, se encuentra que aunque logren venderla será por un importe más bajo del que el banco le dio en tasación y no puede cubrir la deuda.

El banco nunca pierde, porque en caso de impago la entidad bancaria se queda con la casa por la mitad del valor de tasación  y lista  para ser vendida de nuevo al tiempo que sigue reclamando la deuda a los antiguos propietarios. Incluso se permiten el lujo de no sacar a la venta la casa en espera de que vuelvan a subir los precios y saquen un mayor beneficio de su venta. Un negocio redondo tanto para el banco como para otros elementos que participan en la venta de pisos como los notarios y los tasadores.

Estas miles de familias que se encuentran en esta situación tienen sus vidas hipotecadas, ni siquiera tienen la posibilidad de partir de cero porque llevan la deuda atada a sus cuellos como si fueran culpables de algún delito. En otros países ,como en Estados Unidos, si pierdes el piso la deuda queda saldada, pero en España lo pierdes todo y sigues debiendo el dinero.¿Qué culpa tienen estas personas de que las entidades financieras les concedieran un préstamo por encima de sus posibilidades?¿no se les puede exigir a los que se han enriquecido a costa de estas familias ninguna responsabilidad?

Si aspirar a tener una vivienda propia en la que formar un hogar se convierte en una trampa que arruina la vida de tantas personas, es que algo funciona muy mal en nuestra sociedad y la respuesta no puede ser "es la crisis". Una vez más, y como ya hemos visto en el Mentidero en otras ocasiones, los que se beneficiaron antes de la crisis siguen beneficiándose ahora, mientras que los más desprotegidos son los sacrificados, la gente normal que se ha dedicado toda su vida a trabajar para ,al menos, tener un techo. Cuando la honradez y el trabajo no son valores de peso  en la sociedad es que esa sociedad está profundamente enferma. Y lo más triste es que se llega a culpabilizar a la gente por vivir por encima de sus posibilidades, pero nada dicen de quién les animaba a endeudarse por encima de lo que podía. Primero te ponen el cebo para que piques y luego , cuando ya te han pescado, eres el culpable de haber picado.

Y mientras, Juan y Ana tendrán que irse a la calle sin saber donde dormirán esta noche. Pero ¿a quién le importa? No son más que otro número en la estadística de las 250.000 familias en la misma situación, hombres y mujeres con sus esperanzas hipotecadas y los sueños rotos. ¿Cuanto tiempo callaremos?



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